La gestión moderna de
la educación se caracteriza por un liderazgo centrado en lo pedagógico, así
como en las nuevas competencias profesionales de su ejercicio. También la
cultura organizacional con visión de futuro, el trabajo en equipo, la constante
apertura al aprendizaje y la innovación son pilares que marcan su orientación
hacia la consecución de los objetivos y fines de la educación. El liderazgo en
una gestión moderna de la educación siempre reconoce las exigencias que el
entorno le demanda, articula el proyecto educativo con las necesidades y
oportunidades nacionales, transformando así la educación en un instrumento
pertinente de cohesión social y movilidad. Esta gestión le presta particular
atención a las variables que interactúan en la consecución del proceso de
enseñanza-aprendizaje en forma integrada, con una visión principalmente macro
del resultado educativo. El nuevo contexto tecnológico también obliga a la
administración de la educación a reinterpretarse como profesión, de manera que
le corresponde asumir en forma estratégica e indispensable los retos en los que
la educación se ve insertada dentro de la contingencia cultural y la era
digital, marcos de acción de la gestión moderna de la educación. Debe
considerar la gestión moderna de la educación en la conducción de las
organizaciones educativas los impactos político, económico, cultural y social
que intervienen para que el proceso educativo aspire a ser de calidad y
equidad, en el cual la educación inclusiva y la interculturalidad se manifiesten
dentro de sus prioridades. El liderazgo de la gestión moderna de la educación
comprende que debe centrarse en lo pedagógico y unir esfuerzos para que el
modelo pedagógico que prevalezca se oriente a la construcción del conocimiento,
con una visión integral y participativa, y además sus esfuerzos se orienten
para alejarse tanto de las rutinas administrativas como del modelo pedagógico
tradicional transmisionista y conductista, que mucho daño le han hecho a la
educación. No importa cuál sea el énfasis del liderazgo, lo que es determinante
como producto de su acción se refleja entre otras cosas en una marcada
orientación hacia el aumento permanente de la calidad de la educación, visión
de futuro, pro actividad, toma de decisiones relevantes para la organización
educativa, impulso y ejecución de acuerdos, asesoría y orientación general del
proceso educativo, evaluación del proceso como tal, promoción de una cultura
permanente de autoevaluación y, por supuesto, la búsqueda constante de procesos
de mejora. Todo ello aspira a la consecución de los fines y objetivos de la
educación costarricense.
Bibliografía
Consultada
Garbanzo, G. M. (2004).
Necesidades profesionales y de capacitación de los administradores educativos
para responder a las demandas del siglo XXI. (Informe de Investigación, Escuela
de Administración Educativa). (Sin publicar). San José, Universidad de Costa
Rica, Escuela de Administración educativa de la Facultad de Educación.
Garbanzo, G. M. y
Orozco, V. H. (2007). Desafíos del sistema educativo costarricense: un nuevo
paradigma de la administración de la educación. Revista Educación, 31(2),
95-110.
REALIZADO
POR: PROF. JOSÉ LUIS ARISPE
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